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Datos biográficos de Barbarito Diez
Barbarito Diez nació en Bolondrón, provincia de Matanzas, el 4 de diciembre de 1909, exactamente en un central azucarero ya demolido que se llamaba San Rafael de Jorrín.
A los 4 años, junto a su familia, se trasladó al entonces central Manatí Sugar Company, en el municipio de Manatí, provincia de Las Tunas, donde su padre, Eugenio Diez trabajaba como obrero.
Comenzó sus primeros estudios en la escuelita del batey del central, desde donde comenzó a cantar en los actos culturales y su maestra, al descubrir su sorprendente voz y talento musical, lo hacía guiar con frecuencia el coro de la escuela en los actos públicos.
Falleció en La Habana el 6 de mayo de 1995 a los 84 años. Jamás aprendió los fundamentos teóricos del arte musical, pero demostró ser uno de los más afinados y consecuentes intérpretes del danzón.
Su voz, única e irrepetible, se escuchó en disímiles escenarios del mundo logrando a lo largo de su fructífera carrera el título de: «La Voz de Oro del Danzón», o «El Príncipe del Danzón».
Barbarito Diez y su trayectoria artística
De carácter sencillo, modesto y de una profunda naturalidad, Barbarito Diez no fue ni sastre ni mecánico como deseaban algunos miembros de su familia.
Trabajó al inicio como mecánico en el central pero sus caminos eran otros y en el año 1930 se trasladó definitivamente para La Habana.
Cuando llegó desde oriente a la capital, tuvo que abrirse paso para sobrevivir a la crisis política y económica existente en el país durante la década del 30.
Con solo 21 años comenzó a cantar en el trío de Graciano Gómez e Isaac Oviedo para formar el trío «Los Gracianos».
Por lo general actuaban en la peña del Café «Vista Alegre», ubicado entonces en San Lázaro y Belascoaín, donde ya Barbarito mostraba la elegancia que lo caracterizó durante más de cinco decenios de vida artística.
Así inició una carrera artística en la cual alternó con la Orquesta Danzonera de Antonio María Romeu y con la cual se dio a conocer.
Barbarito fue la voz por excelencia de «Tres Lindas Cubanas» y de otras páginas antológicas de la música de la Isla y aportó bríos mesurados y originales a la forma danzaria y cantable del danzón, el cual es reconocido como baile nacional de Cuba.
Por eso resulta difícil mencionar a la Orquesta de Antonio María Romeu sin añadir a su cantante Barbarito Diez.
No tuvo una formación musical académica, no tocaba ningún instrumento, pero su inigualable voz y sus interpretaciones musicales lo convirtieron en ídolo público.
Su voz inmortalizó páginas musicales tales como «Martha» del compositor Moisés Simons, «Lágrimas Negras», «Olvido», «Juramento», «El que Siembra su Maíz» de Miguel Matamoros, entre otros.
Datos relevantes sobre Barbarito Diez
De velada en velada y de baile en baile por toda Cuba y Latinoamérica anduvo Barbarito Diez.
Deleitó al abrigo de guitarras, pianos y tambores a varias generaciones con obras de Ernesto Lecuona, Moisés Simons, Eliseo Grenet, Pedro Flores, Rafael Hernández y otros destacados compositores.
Este destacado intérprete de la canción cubana supo desplegar su virtuosismo y encanto singular.
En su carrera de más de 58 años grabó gran número de discos de larga duración, los cuales contenían obras que enriquecen el repertorio musical cubano.
Viajó a los E.U.A y a otros países de América y Europa y realizó programas en cabaret, teatros, bailes, la radio y la TV.
En Venezuela descolló como uno de los intérpretes más populares de la década del 80 tras grabar con la agrupación de cuerdas La Rondalla Venezolana dirigida por Luis Arismendi.
En la prensa del país sudamericano varios musicólogos reconocieron que Barbarito Diez fue, en su momento, irrepetible en la música caribeña.
Por su dedicación al desarrollo del arte nacional y su fecunda labor en aras del enriquecimiento cultural cubano le fueron impuestas las distinciones «Por la Cultura Nacional» y «Raúl Gómez García».
Así también le fueron otorgadas la medalla «Alejo Carpentier» y la Orden «Félix Varela» de Primer Grado», entre otros muchos galardones, reconocimientos y trofeos.