El Castillo del Príncipe fue una fortaleza militar española, una de las principales cárceles de La Habana.
El Castillo del Príncipe fue construida por el director de ingenieros de la época, don Silvestre Abarca (el mismo que construyó la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña) sobre la loma conocida como de Aróstegui, por haber pertenecido el terreno a don Martín Aróstegui.
Los primeros pobladores que se establecieron en la zona fueron los familiares de los jornaleros que trabajaban en la construcción del Castillo del Príncipe, llamado así en honor al entonces príncipe Carlos IV de España, y los aproximadamente mil militares que se encargaban de la defensa y custodia de dicha fortaleza.
El Castillo del Príncipe y su construcción
Las obras comenzaron en 1767 y concluyeron en 1779, aunque en 1771 se había fortificado provisionalmente el punto, mientras se concluían las demás obras del momento, según da a entender una inscripción que se halla en un escudo de armas reales colgado en el cuarto del oficial de guardias a la entrada del Castillo del Príncipe.
La fortaleza tiene la forma de un pentágono irregular contando con dos baluartes, dos semibaluartes y un rediente, comprende grandes fosos, las galerías de minas, además de almacenes, oficinas, aljibe y alojamiento para una guarnición de mil hombres, mientras que su artillería contaba con 60 piezas de diferentes calibres.
Con los años, sufrió cambios y llegó a ser la cárcel más importante de la ciudad de La Habana. Entre los siglos XIX y la primera mitad del XX, la fortaleza albergó a presos comunes y políticos.
Allí guardó prisión Rafael María de Mendive, maestro de José Martí, el cual era visitado por su fiel discípulo acompañado de la esposa del maestro, atravesando en parte del trayecto desde la Habana Vieja a la fortaleza, por frente de la Quinta de los Molinos.
Allí estuvieron presos Julio Antonio Mella, Eduardo Chibás, Raúl Roa, Juan Marinello y muchos otros revolucionarios.
Esta cárcel permaneció como tal desde los tiempos de la colonia hasta el triunfo de la Revolución cubana, cuando el Castillo del Príncipe se convirtió en una unidad de ceremonias.