Castillo San Pedro de la Roca

Castillo San Pedro de la Roca Santiago de Cuba

Historia del Castillo San Pedro de la Roca

El auge creciente del corso en el Caribe y la política de Felipe II de fortificar sus colonias, a partir de la pérdida de la hegemonía naval española en 1588, determinó la erección, entre 1590 y 1610, de un morrillo con revellín artillado a barlovento de la boca de entrada a la bahía de Santiago de Cuba.

Las innovaciones navales operadas en el siglo XVII, junto con la agudización de las contradicciones entre las potencias europeas, hicieron indispensable fortificar aun más este estratégico lugar.

En 1638, después de la visita del ingeniero militar Juan Bautista Antonelli, el gobernador de la ciudad Pedro de la Roca y Borja, ordenó construir una fortaleza de mampostería con cuatro baluartes al que llamó Castillo de San Pedro de la Roca del Morro.

En 1662, una escuadra inglesa, evadiendo el enfrentamiento con la Fortaleza, desembarca cuatro kilómetros más al este y se apodera de la ciudad; el Castillo es evacuado, sus maderámenes destruidos y su artillería tomada.

Entre 1663 y 1669 fue reconstruido y ampliado por los ingenieros Juan Císcara Ibáñez, Juan Císcara Ramírez y Francisco Pérez; aun con zonas interiores de maderamen, pero con su perímetro actual, agregándole las defensas de flanco de las baterías de la Estrella y Santa Catalina y la plataforma superior de la Santísima Trinidad y agrandando otras como la del Santísimo Sacramento.

En 1678 frustra el asalto de una escuadra francesa y en 1680 la del filibustero Franquesma.

Entre 1675 y 1692 es dañado por terremotos lo que conllevó a que fuera reconstruido por el ingeniero Francisco Pérez entre 1693-1695; nuevamente sufre modificaciones entre 1738-1740, esta vez dirigidas por el ingeniero Antonio de Arredondo, quién amplió el Castillo y la Estrella, terminando las plataformas del Sacramento, El Aljibe y Nápoles, se ubicaron almacenes e Iglesia, crecieron en alturas sus muros y se extendió su sistema costero.

Juan Martín Cermeño y Francisco Calderín, le proporcionaron su actual fisonomía después de ser desbastado por nuevos terremotos entre 1757 y 1766, se le incluye su explanada frontal y el fuerte de La Avanzada.

A partir de 1775 La Roca y La Estrella comenzaron a fungir regularmente como prisiones políticas sin abandonar sus funciones militares, hecho que se mantuvo hasta el siglo XIX.

Ya en 1898 durante la guerra Hispano- Cubano- Americana, se erigió la casamata de comunicaciones, la batería de El Vigía, Punta Gorda, Socapa Alta y Baja y las líneas de torpedos de la boca de la bahía; en el transcurso del siglo XX, el sistema fortificado de la Roca pasó a una etapa de adormecimiento que le llevó casi a la ruina, hasta que en la década del 60 fue restaurado por el Dr. Francisco Prat Puig.

Características del Castillo

El Castillo de San Pedro de la Roca y sus trabajos defensivos asociados son de un valor excepcional, porque constituyen el ejemplo más grande y completo de los principios de la ingeniería militar renacentista adaptados a las exigencias de las potencias coloniales europeas en el Caribe.

Su excepcional ubicación y su adaptación a la topografía pone el Castillo San Pedro de la Roca en un grupo ampliamente reconocido de tres de esas fortalezas diseñadas por los famosos arquitectos militares, padre e hijo, Bautista y Juan Bautista Antonelli los otros son el Castillo de los Tres Reyes en La Habana (Cuba ) y el Castillo de San Sebastián en San Juan (Puerto Rico).

La autenticidad del castillo es alta porque sufrió pocos cambios desde el siglo XIX, cuando salió de su uso, hasta la década de 1960, cuando comenzó el trabajo de restauración.

El Castillo San Pedro de la Roca, Patrimonio de la Humanidad

El Castillo de San Pedro de la Roca fue declarado Monumento Nacional el 25 de Diciembre de 1979 y luego declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad con la categoría de Sitio Cultural durante la XXI Reunión del Comité de Patrimonio Mundial, celebrada del 1 al 6 de Diciembre de 1997, en Nápoles, Italia.

En su selección se tuvieron en cuenta los criterios culturales IV y V de la Convención para la protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural, por “presentar ejemplos eminentes de un tipo de construcción, arquitectura o paisaje ilustrativo de un período(s) significativo(s) de la historia de la humanidad, y por constituir un ejemplo eminente de un establecimiento humano o de ocupación de un territorio de una cultura (o culturas) tradicionales representativas, especialmente cuando se hacen vulnerables bajo los efectos de mutaciones irreversibles”.

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