Cham Bom-Biá y sus datos generales
Cham Bom-Biá fue un botánico chino que alcanzó gran popularidad a finales del siglo XIX en nuestro país.
Aunque muchos otros chinos se destacaron en la cura de enfermos mediante el uso de plantas curativas, Cham Bom-Biá ha trascendido a nuestro imaginario popular por ser el más conocido de todos los que ejercieron esta profesión y del cual nos ha quedado la frase “No le salva ni el médico chino”.
Cham Bom-Biá llegó a La Habana en 1858, con un contrato para realizar trabajos agrícolas en la localidad de Coliseo en la provincia de Matanzas. No obstante, se las ingenió para continuar sus estudios hasta graduarse de Doctor en Medicina y de inmediato comenzó a ejercer como médico rural en el mismo lugar donde antes hacía sus labores en el campo.
Se le conoció como un hombre de elevada estatura, de ojos vivos oblicuos y penetrantes. Tenía prolongados bigotes a la usanza tártara, una larga barba pendiente del mentón y hacía solemnes y amplios ademanes subrayando su lenguaje figurado y exagerado.
Vestía como los occidentales, con una holgada levita de dril, pues por aquella época no se concebía en Cuba a un médico sin chistera y chaqué. Cham Bom-Biá perteneció a la etnia Jaca del sur de China, como tantos de sus compatriotas y agregó a su nombre el patronímico cristiano de Juan.
Por el expediente promovido para adquirir la ciudadanía hispana en 1860, se sabe que tuvo residencia constante en la isla desde que en 1854 se le concedió carta de domicilio en La Habana.
Otros datos de interés sobre el botánico chino
Acosado por denuncias de ejercicio ilegal de la medicina Cham Bom-Biá se traslada a Matanzas y allí colocó un consultorio en la calle de Mercaderes esquina a San Diego.
En esta ciudad ejerció con no menos popularidad que en La Habana. Una nueva acusación hace que en 1872 se traslade a Cárdenas. Por aquella época esta ciudad era asiento importante de un gran número de chinos, lo que le garantizaba una mayor aceptación.
En Cárdenas estableció su hogar y su propio dispensario para elaborar los medicamentos, aunque también se los confeccionaban en una farmacia china que existía en la Tercera Avenida número 211.
En Cárdenas Cham Bom-Biá curó enfermos abandonados por médicos renombrados de aquella ciudad y de La Habana, a los cuales le devolvió la salud, la vista y el uso de sus miembros.
Este personaje falleció solitario en su propio domicilio. Alrededor de su muerte se hicieron innumerables conjeturas. Algunos decían que había sido envenenado por los familiares de un enfermo desafortunado y otros expresaban que se había suicidado.
Llegó a convertirse en el más conocido de los médicos botánicos chinos en Cuba. Su verdadero nombre era Chang Pon Piang, pero según los historiadores Emilio Roig de Leuchsenring y Portell Vilá el habla popular cubano lo transformó en Cham Bom-Biá que en castellano significa “Sol Amarillo”.
Puede ser considerado, más que como vulgar curandero, como un notable hombre de ciencias y de amplia cultura oriental. Este mezclaba sus profundos conocimientos en la flora cubana y la china con los adelantos médicos occidentales.
No obstante, en Cuba se conformó una tradición propia en el uso de las plantas medicinales que alcanzó su máxima expresión en Juan Tomás Roig Mesa.
En el ejercicio de su carrera Cham Bom-Biá actuaba con absoluto desprendimiento. Cobraba honorarios a los ricos y se conformaba diciéndole a los pobres: “Si tiene linelo paga pa mí. Si no tiene, no paga”.