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La historia y El Cornito
El Cornito, también conocido como Parque del Cucalambé, es el santuario de la décima en sus manifestaciones oral y escrita.
En ese pintoresco lugar, a cinco kilómetros de la ciudad oriental de Las Tunas, compuso gran parte de su obra Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé, el cual es considerado como el principal exponente de este género en el siglo XIX.
Lo que hoy es el complejo recreativo El Cornito, en 1930 se limitaba a las ruinas del ingenio de los Nápoles Fajardo, declaradas en 1945 como Monumento Municipal por el ayuntamiento de la localidad.
Hasta el sitio peregrinaban artistas y sociedades fraternales para rendir tributo al poeta. Esa tradición llevó a que personalidades como Jesús Orta Ruiz (El Indio Naborí), Ángel Augier, José A.
Portuondo, Raúl Ferrer, Pepe Ramírez y Manuel Fernández gestaran lo que hoy se conoce como Jornada Cucalambeana, encuentro que ha contribuido al desarrollo y protección de los valores de la cultura poética del país.
El parque y la Jornada Cucalambeana
En estas celebraciones se han rescatado innumerables juegos campesinos, entre los que destacan las corridas de cintas, carreras de caballos, montas de toro, derribo de ternero, pato enterrado, el palo ensebado y el puerco ensebado.
Así también, se potencia la elaboración de platos tradicionales y bebidas, que es otro de los espacios de estas fiestas. En sus inicios estas fiestas se realizaban como un gran guateque, cuyo atractivo principal era la elección de la Flor de Virama.
La fiesta siempre se organiza en dos bandos o equipos, el rojo y el azul, en el que cada uno tiene un grupo de jóvenes que lo representa y defiende. De esta forma, cada jornada realza los bailes tradicionales cubanos.
Es posible disfrutar de las ejecuciones de niños, jóvenes y adultos en el zapateo, el son, la caringa, el baile del gavilán, el papalote, el chivo, el papelón, el nengón, entre otros.
Esta fiesta con carácter nacional se celebró durante varios años en El Cornito.
En cada una se fueron agregando nuevos elementos, hasta convertirla en un evento que reúne lo más representativo de la cultura popular del tunero. En 1968 se instituye el “Concurso Nacional El Cucalambé en Décima” y en 1969 se construye el sendero que comunica a la ciudad con El Cornito.
En este ámbito tuvo lugar el primer festival de música campesina hasta que en el año 1974 se efectuó el primer Encuentro Hispanoamericano auspiciado por la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) y la Casa de Las Américas.
Esto trajo consigo que en 1986 las fiestas campesinas se extienden a otras regiones del país.
El parque y su infraestructura
En la medida en que el evento fue ganando en proyección nacional e internacional el lugar comenzó a desarrollarse desde el punto de vista de su infraestructura.
Entre sus imponentes bosques de bambú y árboles de maderas preciosas se construyeron un centenar de habitaciones, unidades gastronómicas, anfiteatro, piscina y se instalaron una veintena de esculturas.
Entre las obras monumentales emplazadas en el lugar destacan las que evocan a la cultura aborigen nacional, como es el caso de Columna taína de Pedro Vega.
Así también encontramos «Elementos aborígenes» de Herminio Escalona y «Cabezas contrapuestas» de José Fuentes, esta última inspirada en la leyenda sobre la rivalidad de dos caciques precolombinos.
Entre las primeras piezas de ese tipo que se ubicaron en El Cornito está «Trovador campesino» del guantanamero Ángel Iñigo, la cual ha devenido en uno de los símbolos del sitio.
La arquitectura recrea fundamentalmente modelos constructivos bucólicos, tales como los “vara en tierra” y el bohío, mientras el anfiteatro es una construcción sui generis que aprovecha para su ubicación la suave colina rodeada de abundante vegetación.
El Consejo Provincial de Patrimonio Cultural lo declaró Monumento Local y la población lo convirtió en escenario de festividades y otras actividades de recreo para disfrutar de la naturaleza.