Fidelio Ponce de León fue una de las figuras célebres de la plástica cubana
Fidelio Ponce de León fue un notable pintor cubano que devino una de las figuras célebres de la plástica cubana, y junto a Amelia Peláez, Carlos Enríquez y Víctor Manuel compartió experiencias y expuso en innumerables salones.
Fidelio Ponce de León nació en Camagüey el 25 de enero de 1895, y su verdadero nombre fue Alfredo Ramón Jesús de la Paz Fuentes Pons. A los 20 años matriculó en la Escuela de Artes Plásticas de San Alejandro, adonde asistió irregularmente, aunque obtuvo siempre calificaciones sobresalientes.
Desde muy joven frecuentaba bares y comenzó su adicción al alcohol. No se conoce con exactitud si llegó a concluir sus estudios en San Alejandro, pero sí que su pasión por el arte lo llevó a visitar talleres donde pintaban los maestros de la época.
Sufrió la incomprensión de la sociedad en que le tocó vivir y huyó irremediablemente a su universo interior. A pesar de no ser uno de los pintores más críticos con el gobierno imperante, supo traducir el sufrimiento y la desesperanza de un país en decadencia.
Dejó su huella en los lugares olvidados y brindó su arte a las personas humildes. En su peregrinaje enseñó a los niños de los barrios más pobres y muchas veces pintó en bares y tabernas solo para comer.
Sus óleos tenían una mezcla de figuras alargadas, con predominio del monocratismo y abstracciones que tocaban temas de religión, enfermedad y muerte. Con su pintura “Paisaje” expuso en el Salón de Bellas Artes efectuado en 1934. También por ese tiempo pintó “Tuberculosis”, y” Beatas” sus obras más famosas.
Su creación es un consenso del blanco y los colores ocres, de tristeza y luz. Entre 1935 y 1940, etapa considerada de reafirmación de su estilo único, crea las obras “Rostros de Cristo” y “Mi prima Anita”. En 1941 nació “Rostros”, dos años más tarde de habérsele diagnosticado tuberculosis pero, a pesar de su enfermedad, pintó mientras las fuerzas lo acompañaron.
Fidelio Ponce invocando a la fantasía del cubano
Fidelio Ponce de León, el pintor de las miserias humanas, esperó pacientemente y resignado hasta sus últimos días; y aunque su aspecto físico estaba deteriorado, primero por el alcohol, y más tarde por la tuberculosis, su mente lúcida seguía invocando a la fantasía del cubano, a su arte y a sus deseos.
Entre las galerías norteamericanas que contaron con sus obras, se encuentran el Delphic Studio, de Nueva York, y otras en Boston y Massachusetts, donde fue celebrado por la crítica. Participó en múltiples exposiciones en Cuba, entre éstas, 300 Años de Arte de Cuba, en 1940, a la cual llevó sus óleos «Niños», «Monja del Mar» y «San Ignacio de Loyola».
En 1946 participó en el Palacio de Bellas Artes de México, en la Segunda Exposición de Pintores Cubanos en el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires en el mismo año y en 1947 en la exposición Cuban Modern Paintings in Washington Collections.
El 19 de febrero de 1949, murió a los 54 años de edad, víctima de la tuberculosis. Fue sepultado en el Cementerio de Colón en La Habana. Del artista se ha dicho que «…pintaba con desprejuicio técnico y motivos de tradición clásica con estilo vanguardista».
El Liceo habanero organizó una exposición de su obra en abril de 1949 y El Museo Nacional, Palacio de Bellas Artes, de La Habana, presentó una exposición antológica con motivo del centenario de su nacimiento en 1995.