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La Lonja del Comercio, en el Centro Histórico de La Habana, es uno de los más llamativos edificios de la Plaza San Francisco de Asís.
La antigua Lonja del Comercio.
En 1907 las actividades económicas en Cuba habían crecido de tal manera que se creó la Lonja del Comercio de La Habana, constituida como sociedad anónima. Se decidió entonces levantar un edificio para tales menesteres, con un proyecto del arquitecto y escultor valenciano Tomás Mur, ganador del concurso convocado con este fin, y quien contó con la colaboración del arquitecto cubano José Toraya Sicre. Ejecutó la obra la empresa norteamericana Purdy & Henderson, autora también del Banco Nacional de Cuba y del Centro Asturiano de La Habana (actual Museo de Bellas Artes).
La obra se construyó frente a la Plaza de San Francisco de Asís, y ocupaba una pequeña manzana de 2 mil 370 metros cuadrados sobre la que construyeron cinco pisos con un área total de 11 mil 851 metros cuadrados. Fue levantada en un lugar habitual de reunión de comerciantes y propietarios, pues en esa área se ubicaba la Lonja de Víveres, fundada en 1878 cerca de la Aduana, donde los comerciantes examinaban productos y acordaban precios.
El edificio es de estructura de acero con entrepisos y techos de hormigón armado. En el frente se usaron bloques fundidos de cemento producidos por la Cuban Concrete Co. Los interiores fueron decorados con una clara influencia morisca y las fachadas con un marcado estilo renacentista y ecléctico, en las que aparecen ornamentos similares a los de las columnas del Palacio de la Señoría en Florencia, Italia. En su decorado exterior destaca una variada profusión de motivos relacionados con la actividad del comercio: caduceos, cuernos de la abundancia y figuras humanas en actitud de concertación.
La planta baja estaba destinada a almacenes y bolsa, el segundo piso a oficinas, el tercero a operaciones de la Lonja, y los pisos cuatro y cinco fueron alquilados para agentes de aduana y casas importadoras. Tiene como remate una cúpula con una bella reproducción en bronce del Dios del Comercio «Mercurio», obra del escultor italiano Juan de Bolonia, discípulo y amigo de Miguel Ángel, a la vez una de las prominentes figuras del renacimiento italiano. El tozudo Mercurio habanero ha resistido las acometidas, no solo del tiempo sino de la naturaleza, y ha sido víctima, en más de una ocasión, de los azotes de los ciclones. Allí estuvo por 90 años hasta que, el 14 de octubre de 1999, la fuerza del huracán Irene quebró su base sustentante y lo hizo rodar hasta la base de la cúpula, fragmentándolo en varios pedazos. Restaurado, fue devuelto a su sitial centenario, pero esta vez sobre un mecanismo giratorio que le permite oscilar y ofrecer menor resistencia a la fuerza de los vientos.
El edificio de la Lonja del Comercio fue inaugurado el 28 de marzo de 1909. Posteriormente, en el año 1939, se le añadió otro piso, manteniendo sus atributos esenciales.
La moderna Lonja del Comercio.
En la década de los años noventa del siglo XX, la Oficina del Historiador de La Habana, asociado con la Corporación Bancaria Española «Argentaria» se unieron para recuperar el vetusto edificio y restaurarlo para su actividad mercantil. Los proyectos arquitectónicos y de ingeniería fueron realizados por las firmas españolas Eduardo Villegas, Javier González de Adalid y SERELAND y como director facultativo ejerció el arquitecto cubano Orestes del Castillo.
Las obras comenzaron en marzo de 1995 y se terminaron el 31 de julio de1996. Mucho de lo original se conservó, aunque algunos cambios se tuvieron que introducir para actualizar tecnológicamente la instalación, que ahora dispone de unos 10 mil metros cuadrados para oficinas. Los arrendatarios cuentan con varios servicios como cafetería, bar, telecorreo internacional y un salón multifuncional.
El edificio posee un ático sobre el último piso, separado de la fachada con paredes de doble encristalamiento; un atrio central terminado en cúpula, rematada por el Mercurio, remozado después de 90 años. Hay galerías de circulación a su alrededor, dos bloques de servicios sanitarios en cada piso y dos escaleras de emergencia. Además se instalaron cuatro ascensores panorámicos.
Para complementar los servicios de la modernizada Lonja, se rehabilitó el aledaño edificio de Casteleiro y Vizoso, de cinco plantas, ahora convertido en parqueo con 165 vallas y donde también se instalaron los depósitos de agua, el sistema de bombeo, la subestación transformadora, la pizarra general de distribución eléctrica y el mando del aire acondicionado.
La edificación ha sido dotada de servicios «inteligentes». Una computadora controla el aire acondicionado, la iluminación de las áreas comunes, detección y extinción de incendios, así como la presencia de intrusos en áreas controladas.
Su uso actual es de arrendamiento de espacios como oficinas a firmas comerciales radicadas en Cuba.