Parque Céspedes

basándose en algunas de las ordenanzas de las leyes de Indias.

Historia del Parque Céspedes

La Plaza de Armas o Parque Céspedes como bien es conocida en la actualidad fue construida, basándose en algunas de las ordenanzas de las leyes de Indias.

Santiago de Cuba, a pesar de ser una ciudad con costas, se consideró como una ciudad mediterránea, con la Plaza ubicada en el centro del pueblo.

También, entre las ordenanzas figuraba que la Plaza debía ser rectangular y el largo, una vez y media más que su ancho.

En el siglo XVIII se realizaban actividades militares para la ejercitación de las tropas, se rendían honores a los Reyes, se proclamaban y anunciaban las órdenes reales, se efectuaban las fiestas religiosas y procesiones que tenían como punto focal la Catedral.

En 1812 se construye una pirámide constitucional rodeada por una verja de hierro en alusión al régimen constitucional instaurado en Cuba en esa época.

En 1823 se elimina la verja para colocar la escultura ecuestre de Fernando VII.

En 1836 desaparece la estatua y se coloca nuevamente una pirámide y la Plaza toma el nombre de Plaza de la Constitución, pero tres meses más tarde vuelve a cambiarse el nombre, llamándose entonces Plaza de la Reina.

En 1842, el Gobernador Don Juan Tello ordenó rediseñar la Plaza, y es cuando se le adicionan cuatro calles, jardines, y una fuente de mármol en el centro donde aparecía una Minerva.

En 1871 se ordenó otra vez, cambiar el nombre, y pasó a llamarse Plaza de la Reina Victoria, hasta que a finales del siglo XIX retoma el nombre de Plaza de Armas.

A principios del siglo XX, el 31 de Diciembre de 1904 se inaugura el alumbrado, en lugar de farolas de petróleo se utilizó gas de acetileno proporcionándole una mayor iluminación.

En 1943 se realiza el proyecto para el remozamiento o transformación que sufriría en esa misma década.

En las primeras décadas de este siglo, la Plaza recibe el nombre de Carlos Manuel de Céspedes y experimenta una transformación total.

En 1953 se erigió el busto al Padre de la Patria, hecho en bronce sobre un pedestal. Es obra del escultor cubano Montero.

En el monumento aparece una inscripción que indica la fecha de nacimiento y muerte de Céspedes, así como una frase suya…»Mi lema es la unión y la salvación de la República»… Su cabeza está coronada por dos hojas de laurel que simbolizan la fuerza y la justicia.

En la parte posterior del monumento se encuentra una placa con un fragmento de su alocución en Guáimaro el 11 de Abril de 1869, y debajo de ésta, otra con la fecha de inauguración del monumento.

Durante la etapa revolucionaria no se ha efectuado, prácticamente ningún cambio estructural de la Plaza, a la que ahora todo el mundo conoce como Parque Céspedes, y a su vez constituyendo el corazón urbano de la ciudad santiaguera.

Características del Parque Céspedes

El parque constituye por así decirlo el centro político, religioso, administrativo y social más importante de la ciudad de Santiago de Cuba.

En su perímetro quedaron ubicados por disposición de las Leyes de Indias, los edificios representativos del poder: Ayuntamiento, Catedral, la casa de los gobernadores y las mansiones de las principales familias de la villa.

Este, antigua plaza de la Catedral, que toma su nombre, debido a que allí se encontraba la Catedral de Santiago, se construyó en el Siglo XVI, con el objetivo de emplearla como Plaza de Armas, para que los soldados españoles realizaran los ejercicios y desfiles militares.

Posteriormente se le llamó Plaza de la Reina Isabel o Isabel la Católica en homenaje a la Reina de España.

El parque Céspedes es como el alma misma de la ciudad de Santiago, sitio de bolero, trova, son, lugar de historia, conmemoración y presente, referencia obligada cuando se trata de lo típicamente santiaguero.

En su entorno discurre parte del rico acontecer cultural, histórico, comercial y citadino de la ciudad.

En sus inmediaciones se encuentra la Catedral de la ciudad, el hotel Casa Granda, el más longevo de esta urbe, próximo a cumplir sus 100 años, también el museo de ambiente histórico cubano, ubicado en la casa más antigua de Cuba y una de las más antiguas de América que perteneciera al adelantado Diego Velázquez.

Muy cerca también la casa de la cultura Miguel Matamoros, el museo del carnaval, la Casa de la Trova Pepe Sánchez, la primera de Cuba y considerada la catedral del la música tradicional cubana en esta ciudad.

También se halla la sede del Fondo de Bienes Culturales, entre otras instituciones de la vida socio-cultural de esta hospitalaria urbe oriental.

Tradición y leyenda del Parque Céspedes

Muchas son las historias y leyendas que vinculan al santiaguero al parque Carlos Manuel de Céspedes, conocido popularmente solo como parque Céspedes.

Un momento importante de la historia de este lugar fue en los albores de la república cuando el primer alcalde Emilio Bacardí Moreaux instituyó la Fiesta de la Bandera, acto solemne de trascendencia político cultural que influyó en las distintas aristas de la cultura santiaguera y que llega hasta nuestros días, donde cada 31 de diciembre los santiagueros se dan cita para el izaje de la enseña nacional al llegar el nuevo año.

También de gran significación histórica las palabras de Fidel Castro el primero de enero de 1959, cuando desde el balcón del edificio de gobierno hablara a los congregados en el parque Céspedes.

Retretas, carnavales, actividades recreativas, procesiones y eventos políticos armonizan con la cotidianidad de este parque al que la población acude a toda hora, con la alegría propia de esta tierra.

Añejo, leal, pintoresco y siempre muy querido, cuya faz se ha renovado muchas veces, algunas por las atrocidades de corsarios y piratas otras por las fuerzas de la naturaleza o cambios de monarcas; es admirado y añorado por muchos, la Plaza de Armas de Santiago de Cuba o el parque Céspedes, como todos acá le llamamos cariñosamente, constituye, sin lugar a duda, uno de los conjuntos monumentales más atractivos de la ciudad y, absolutamente, en el que más interactúan propios y foráneos; sede de incontables citas, de múltiples amores, de bohemios y juglares, de peñas fervorosas donde el amor propio lleva ventaja a la razón, añorado escenario de múltiples generaciones, testigo del tiempo y orgullo de los santiagueros.

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