La Plaza Vieja en La Habana Vieja

La Plaza Vieja
La Plaza Vieja se encuentra situada en La Habana Vieja, en Cuba. Posee una población residencial de 17.426 personas y surgió como un espacio abierto en 1559

Una invitación a visitar La Plaza Vieja

En tu visita a Cuba, en tu recorrido por La Habana Vieja, no debes dejar de visitar La Plaza Vieja. Historia, cultura, arbitrariedades e incomprensiones comprenden la existencia de este espacio público que fue nueva y luego vieja y a la vez permanece vieja y renovada.

Allí la persona puede sentir el calor humano de los habitantes de esta parte de la isla, disfrutar del ambiente colonial aún cuando han pasado siglos desde su construcción y escuchar historias de fantasmas aparecidos vagando muy cerca de esta plaza, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Está ubicada en un cuadrante irregular conformado por las calles Muralla, San Ignacio, Teniente Rey y Mercaderes. Es la tercera plaza más vieja de la Villa de San Cristóbal de La Habana y es además, la única que no está asociada a un templo religioso.

De paso por La Habana, es mi mayor deseo que no dejes de visitar este pedazo de historia viva dentro de la ciudad.

La plaza, su historia.

La Plaza Vieja fue el primer intento planificado para la ampliación de la ciudad para dar respuesta al desarrollo urbano y comercial de La Habana y que ha sufrido transformaciones hasta la actualidad.

Se encuentra en la zona de La Habana Vieja y al principio se llamó Plaza Nueva. Primero fue un espacio abierto en 1559, luego se convirtió en la Plaza de Armas y la de San Francisco, respectivamente, aunque hay algunos autores que señalan que fue la segunda plaza existente en La Habana.

También constituyó zona residencial de la aristocracia criolla en tiempos de la colonia.

Los datos históricos refieren que en 1559 el cabildo habanero decidió situar una plaza nueva que se destinara a fiestas públicas y para vender mercancías y así sustituir la plaza primitiva, cuyo espacio había sido ocupado por la construcción del Castillo de la Real Fuerza iniciada en el año anterior.

Se concibió en forma rectangular, pero al final resultó un espacio con forma de trapezoide y mantuvo las proporciones planteadas. Otra característica que la diferenciaría de las otras era que no tendría ni cabildo ni iglesia.

Pero pasaron dos décadas y nada se construyó. El espacio permaneció abandonado y las autoridades decidieron dividir el terreno en parcelas y alquilarlas.

Sin embargo por necesidad de espacios el cabildo recuperó el terreno que fue objeto de obras de mejoramiento pues se inundaba en tiempos de lluvia.

También incidió en su final construcción el hecho de que los padres franciscanos se quejaron del ruido en la plaza de San Francisco que entorpecía las misas y reclamaron un nuevo espacio para vendedores y pregoneros, una plaza con fines comerciales.

Es la historia de una plaza que tardó mucho tiempo en aparecer. No fue hasta el siglo XVII que la entonces identificada como Plaza Nueva floreció casi de manera espontánea.

En el siglo XVIII fue convertida en mercado popular y exactamente en 1814 pasó a denominarse Plaza Vieja para diferenciarla. Se le ha conocido además con otros nombres: Real, Mayor, Mercado, Fernando VII, de la Constitución, Parque Juan Bruno Zayas y Parque Julián Grimau.

¿Plaza Vieja o Plaza Nueva?

La plaza existe desde 1559aunque ya conocemos los avatares por los que pasó durante muchos años. La llamaron «Plaza Nueva», lugar de pregones, paseos aristocráticos, representaciones teatrales, corridas de toros, carnavales, celebraciones cívicas, procesiones religiosas, ejercicios militares y ejecuciones públicas.

Después adoptó otras funciones, se convirtió en un mercado al aire libre con puestos de madera que se llamó Reina Cristina, fue allí donde existieron las primeras pescaderías de La Habana.

Dejó de ser la Plaza Nueva con la creación de la Plaza del Santo Cristo del Buen Viaje allá por 1640. Bellos palacetes coloniales, propiedad de poderosas familias peninsulares y, posteriormente, criollas aparecieron a su alrededor y todavía algunos existen para darnos fe de esta afirmación.

Alrededor de la plaza se escuchan viejas historias de fantasmas aparecidos. Tal es el caso de la residencia de los Condes de Jaruco, donde hoy radica la galería de arte «La Casona», lugar donde vivió la escritora romántica que más tarde sería muy conocida en Cuba y Francia como la Condesa de Merlin. Vecinos y celadores del recinto aseguran haberla visto vagando por habitaciones y salones.

En 1952 este espacio cultural en sí fue transformado en parque público y en un anfiteatro sobre un parqueo soterrado y se adicionaron edificios para empresas, viviendas y negocios.

Así fue hasta la década de los noventa del pasado siglo cuando la Oficina del Historiador de la Ciudad sostuvo el firme propósito de rescatar el espacio y devolver su aspecto original del siglo XIX.

Rejuveneció por completo con toques sumados. Se rellenó, empedró y protegió con una cerca perimetral. Se volvió a colocar una fuente, esta vez una réplica en mármol de Carrara de la fuente de piedra con surtidor que albergó desde el siglo XVIII.

Tiene doce metros de diámetro con forma de taza, se apoya en dos escalones y desde el centro se alza una columna surcada, rematada por una copa.

Bordeando la vertical, vemos un prisma hueco rectangular que culmina en magnífica cornisa de cuatro conchas, haciendo una alusión a la feminidad.

También al lado norte está la obra «Natura», una enorme flor que brota de los adoquines. Y al sur una escultura en bronce de una mujer armada con un tenedor, cabalgando sobre un enorme gallo, obra del artista cubano Roberto Fabelo.

Él ha declarado que es una metáfora de la preponderancia de la mujer sobre el hombre representado por el ave macho, supuesto jefe del corral, especialmente si ella está desnuda.

diferentes estilos unidos en armonía y que nos hablan del estilo barroco de la colonia, del art noveau y del modernismo todo ello evidenciado en las construcciones de piedra, en los balcones volados, los techos de alfarje, las ventanas de madera torneada, las pinturas murales, vitrales, fachadas y en los amplios portales arcados.

¿Qué encontramos hoy en La Plaza?

La arquitectura convive al mismo tiempo con nuevos espacios que demandan la atención de los visitantes, tanto foráneos como nacionales.

Están el Planetario, la Fototeca de Cuba, la Cámara Oscura, el Centro Cultural Vitrina de Valonia, el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, el Museo del Naipe, la tienda Paul and Shark, un salón de masajes, una escuela primaria, los restaurantes Santo Ángel y La Vitrola, así como casas particulares que rentan habitaciones.

Sin embargo hay dos espacios que llaman la atención: la Factoría de Maltas y de Cervezas Plaza Vieja y el café El escorial. En la factoría de Maltas y cervezas Plaza Vieja se puede tomar una refrescante malta o una cerveza. También ofrecen el autoservicio con dispensadores de tres litros para tomar al aire libre o bajo techo, en muebles al estilo de las viejas tabernas.

En el lado opuesto de la plaza, el Café El Escorial ofrece variedades y combinaciones del llamado néctar oscuro de los dioses, con la opción de llevar a casa una muestra del grano local marca «Serrano», tostado entero o molido frente al cliente.

La Plaza Vieja continúa siendo uno de los sitios más populares e importantes del Centro Histórico de La Habana, por allí pasan miles de personas cada día, muchos hacen una parada para socializar, sofocar el calor y darle gusto al paladar. En tu paso por La Habana, La plaza Vieja debe ser un destino obligado.

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