San Lázaro y el sincretismo religioso

San Lazaro
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La leyenda de San Lázaro

El San Lázaro que se venera en Cuba coincide en tres historias fundamentales: San Lázaro el mendigo que aparece en una parábola del Evangelio de San Lucas, San Lázaro, el personaje bíblico amigo de Jesús y hermano de Marta y María Magdalena y Babalú Ayé, el orisha africano que se sincretiza con los dos anteriores.

San Lázaro como personaje bíblico vivió en Betania, un pueblo a las afueras de Jerusalén. En su casa se alojó Jesús al menos en tres ocasiones. Es muy famoso principalmente, porque según el Evangelio de Juan (11:41-44) fue revivido por Jesús.

A partir de esta historia su nombre es utilizado frecuentemente como sinónimo de resurrección. Fue convertido en mártir un 17 de diciembre.

El mendigo San Lázaro

La parábola del rico epulón y el pobre Lázaro, o del hombre rico y del mendigo Lázaro, es una parábola de Jesús de Nazaret que se encuentra en el Nuevo Testamento según se recoge en el evangelio de Lucas, capítulo 16, versículos del 19 al 31.

Este relata la historia de dos hombres y el destino final de cada uno de ellos: el pobre Lázaro que llega a la gloria del cielo y el rico epulón que es condenado al infierno. La condición de leproso del pobre Lázaro hizo que se convirtiera a San Lázaro en el santo patrón de la lepra.

El mendigo o Babalú Ayé

Babalú Ayé tiene coincidencias con San Lázaro el Obispo, al ser resucitado igualmente que este y celebrar como día de su festividad el día 17 de diciembre. Sin embargo, la imagen que se asocia en el sincretismo de Babalú Ayé es la de Lázaro el mendigo y leproso, ya que al igual que este Babalú Ayé tenía llagas, andaba harapiento, con muletas y se hacía acompañar por perros.

El hecho de haber sido un Santo que ha sufrido en carne propia el dolor y la enfermedad y al que se le atribuyen curaciones y sanaciones milagrosas ha favorecido que el pueblo cubano lo venere y siempre le pida por la salud.

El nombre de Babalú Ayé es de origen lucumí. Según la leyenda Babalú Ayé era muy mujeriego y andaba continuamente de parranda hasta que todo el mundo le perdió el respeto y la misma Ochún, que era su mujer, lo abandonó. Un Jueves Santo Orula le advirtió: «Hoy domínate y no andes con mujeres».

Sin hacer caso al consejo de Orúmbila esa noche se acostó con una de sus amantes y al otro día amaneció con el cuerpo todo cubierto de llagas purulentas. La gente huía de él porque le tenía miedo al contagio y sólo lo seguían algunos perros, a los que les gustaba lamerle las llagas.

Por mucho que suplicó Olofi se negó a perdonarlo y al fin Babalú Ayé murió. Pero a Ochún le dio lástima y gracias a sus artimañas consiguió que Olofi le devolviera la vida. A partir de este momento Babalú Ayé sabía lo mucho que sufren los enfermos y por eso regresó tan caritativo y misericordioso.

Babalú Ayé se considera un Orisha mayor y un santo muy venerado. Medio hermano de Changó, es la deidad de la viruela, la lepra, las enfermedades venéreas y en general de las afecciones de la piel y las epidemias en el ser humano. Tiene el aspecto de un inválido, minado por un mal deformante, de piernas retorcidas y espinazo doblado.

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